
El liderazgo en la eficacia de los centros educativos tiene cada vez un inusitado interés. Se viene señalando que un factor fundamental en la calidad de una organización escolar es la calidad de la dirección. Así, distintas investigaciones internacionales sobre eficacia y mejora escolar, muy vinculadas a las concepciones de calidad de la enseñanza actuales, aportan un conjunto de conocimientos importantes y coherentes con esta línea. Estudios de diversos autores, en mayor grado del ámbito anglosajón y algunos iberoamericanos, enfatizan lo relevante y determinante que resulta la presencia de un liderazgo claro en la institución formativa.
Las demandas de competencias en liderazgo en el perfil de profesionales de la educación, tanto en profesores/as como en directores/as, se adivina cada vez más. Por ejemplo, autores como Davis y Thomas señalan: “Nunca he visto una buena escuela con un mal director/a, ni una mala escuela con un buen director”; “He visto cómo malas escuelas se convertían en buenas y, lamentablemente cómo destacadas escuelas se precipitaban rápidamente hacia su declive. En todos los casos, el auge o el declive podía verse fácilmente reflejado en la calidad del director”; “En las escuelas extremadamente buenas, inevitablemente nos encontramos con un director enérgico, dinámico, profesionalmente despierto, decidido a ofrecer el programa educativo que consideraba necesario, sin importar de cuál se tratara”; y “Es la dirección de la escuela la que establece la diferencia entre mediocridad y excelencia''.
Son afirmaciones a tener muy en cuenta para los temas que venimos tratando, aunque habría que debatir primero si estas reflexiones pueden situarse en el contexto español. Más de uno opina que sí.
Las demandas de competencias en liderazgo en el perfil de profesionales de la educación, tanto en profesores/as como en directores/as, se adivina cada vez más. Por ejemplo, autores como Davis y Thomas señalan: “Nunca he visto una buena escuela con un mal director/a, ni una mala escuela con un buen director”; “He visto cómo malas escuelas se convertían en buenas y, lamentablemente cómo destacadas escuelas se precipitaban rápidamente hacia su declive. En todos los casos, el auge o el declive podía verse fácilmente reflejado en la calidad del director”; “En las escuelas extremadamente buenas, inevitablemente nos encontramos con un director enérgico, dinámico, profesionalmente despierto, decidido a ofrecer el programa educativo que consideraba necesario, sin importar de cuál se tratara”; y “Es la dirección de la escuela la que establece la diferencia entre mediocridad y excelencia''.
Son afirmaciones a tener muy en cuenta para los temas que venimos tratando, aunque habría que debatir primero si estas reflexiones pueden situarse en el contexto español. Más de uno opina que sí.
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