sábado, 7 de junio de 2008

Mis reflexiones sobre el «caso Paco»


Un director de un centro educativo tiene que afrontar mil y un problemas, ya desde el primer día de trabajo. Conflictos burocráticos, situaciones más o menos no deseadas con el alumnado, con los padres y madres de los alumnos... Pero, sin embargo, el gran problema con el que se encuentran es el día a día con el que tienen que torear fuera de las aulas. Poner en orden un sistema muy complejo, pues son muchas las cuestiones que debe abordar un director. El colectivo de profesores y empleados de un centro educativo es muy elevado y contentar a todos es realmente difícil, diría yo imposible.
En el caso de Paco, el nuevo director se encuentra en una situación que pocos años atrás ni siquiera imaginaba. Tuvo que ir ganándose poco a poco el cariño y el respeto de sus compañeros, pero a medida que conseguía esto con unos, lo perdía con otros. Los de un bando le apoyaban, los del otro, los del anterior director, mostraban cierta desconfianza y desidia.
Además, Paco tuvo que enfrentarse con la historia del centro. Con el fantasma de anteriores directores (en este caso directora). Comprobó rápidamete que había varios bandos dentro del profesorado y que no iba a ser sencillo lidiar con todos a la vez. El clima del centro estaba algo enrarecido y poner la máquina en marcha iba a costar muchos disgustos y posiblemente algunas noches sin dormir.
El camino a recorrer iba a ser duro y muy espinoso. Paco lo intentó con todas sus fuerzas y fue poco a poco poniendo las cosas en su sitio. Fue ganándose la confianza del personal, pero al final más de lo mismo. Se encontró de repente, en el momento más decisivo de todos, con nuevas trabas, y no precisamente de los que en principio veían con recelo sus iniciativas. Ser vio en un callejón sin salida. En un volver a empezar.

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